La calidad del agua para riego es muy importante, porque impacta directamente en los suelos y, consecuentemente, en los cultivos que vamos a obtener de ellos. En este contexto, los dos problemas más importantes que enfrentamos son la salinización y la sodificación del suelo: ambos procesos son consecuencia del aporte de sales durante el riego y del aumento de la concentración de la solución en el suelo cuando el agua es absorbida por el cultivo y ocurre evaporación desde la superficie.
La magnitud de los efectos dependerá de las características del suelo y del cultivo a regar, de las condiciones climáticas, de la intensidad y frecuencia del riego, del manejo de suelo y del cultivo, y del riego utilizado.
Algunos de los problemas que se pueden generar en los suelos por la salinización y la sodificación son la formación de una costra superficial, que dificulta la germinación y la emergencia del cultivo, y el exceso de sodio de intercambio, que origina un deterioro de la estructura, con reducción de la permeabilidad. Los cambios en densidad aparente de la capa superficial dependen fundamentalmente del tipo de suelo: en los casos en los cuales hay incremento en densidad aparente este ocurre en suelos pocos profundos, con drenaje impedido, horizonte textural con alto contenidos de arcilla y cercano a la superficie.
En este sentido, es importante realizar tratamientos en el agua que sean específicos para esta problemática. A través de los procedimientos de ósmosis inversa, se puede lograr una calidad de agua de riego que no genere inconvenientes en los suelos. Cada tratamiento dependerá del tipo de agua a tratar y del cultivo a regar.
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Contenido producido originalmente por FastForward Concepts para Ingeniería Romin.