El monóxido de carbono (CO) se desarrolla siempre que existe una combustión incompleta de una fuente de combustible. Es un gas invisible e inodoro, que puede causar intoxicación antes de que se perciba su presencia. De allí que es tan importante instalar un detector: es la manera más efectiva de protegerse contra este gas.
Cuando se inhala, el monóxido de carbono se conecta con la hemoglobina de la sangre, e impide que ingrese el oxígeno que el cuerpo necesita. Esta interferencia en el transporte de oxígeno a las células del organismo es la causa de la intoxicación por monóxido de carbono. La privación de oxígeno es sutil y puede ser fácilmente confundida con una simple enfermedad, pero sus consecuencias pueden llegar a producir el envenenamiento fatal en la víctima.
Un detector de monóxido de carbono es un dispositivo que permite alertar al usuario de que este gas está presente a un nivel predeterminado. Para evitar las intoxicaciones provocadas por CO, el principio de funcionamiento del detector busca prevenir toda falla de estos equipamientos y sus instalaciones, activando un relé que enciende una alarma. El equipo cuenta con baterías que se accionan automáticamente si se produce un corte imprevisto de energía.
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