El cambio climático es un problema que afecta al planeta hace años, y esto influye en el tratamiento y uso que hacemos del agua.
Uno de los problemas que afectan al mundo hace ya varios años es la cuestión del cambio climático. El agrandamiento del agujero de ozono y los gases de efecto invernadero, que se esparcen por toda la atmósfera, afectan el mundo entero. Pero hay otra crisis de la que se habla y mucho, y es la llamada “crisis del agua”.
¿Qué es la crisis del agua?
El recurso del agua se ha vuelto limitado, y en esto tiene mucho que ver el cambio climático que se viene generando hace tiempo. Ganar una de las dos batallas es ganar ambas. Ya que el agua sustenta ecosistemas, agricultura, economía, y a la sociedad en general. El agua es el bien más utilizado del planeta.
El aumento de la temperatura del planeta derrite el hielo, lo que hace que se eleve el nivel del mar y disminuyan el tamaño de los glaciares. Algunos de estos glaciares son importantes reservas de agua dulce. Hay otras reservas de agua dulce además, como las aguas superficiales y subterráneas que, junto con la desalación del agua de mar, se ven afectadas por los gases de efecto invernadero que produce el mismo cambio climático.
Las sequías o las lluvias torrenciales también producen incertidumbre en cuanto al uso de agua y su aprovechamiento. Cuando hay cambios climáticos afectando a la atmósfera, se suman los riesgos para el funcionamiento del sistema de captación y las redes de distribución de agua potable.
¿Qué otros factores influyen en la crisis del agua?
El crecimiento demográfico es uno de los factores que más influye en el aprovechamiento de agua como recurso. Esto es porque, al aumentar la población, también aumenta la superficie terrestre utilizada y, por ende, su temperatura. Este cambio brusco de temperatura hace que haya cada vez más terrenos áridos o degradados.
¿Cómo se mitiga el cambio climático con el recurso del agua?
Desde la ONU, siempre se anuncian posibles soluciones para estas “crisis permanentes”. Pero el incremento de la población hace que aumente constantemente la demanda de agua y, por ende, haya una disminución de la calidad de este recurso. El descenso de la calidad del agua supone someterla a procesos que consumen energía, como la potabilización o el tratamiento de las aguas residuales.
Por lo que los profesionales aconsejan hacer uso de los procesos que ofrece la naturaleza para la potabilización y tratamiento de agua, además de evitar la pérdida de vegetación para prevenir inundaciones o recoger el agua de lluvia. Todas estas opciones son con el fin de una adaptación más flexible y practica al cambio climático que nos aqueja.
Contenido producido originalmente por Sabio Marketing para Ingeniería Romin.