El amoníaco o NH₃ es una sustancia química generada naturalmente por los humanos y por la naturaleza. Está conformado por una parte de nitrógeno y tres de hidrógeno.
Su olor es tan penetrante como el del sudor o la orina.
En el medio ambiente, su presencia es vital tanto para plantas como animales, ya que es una fuente central de nitrógeno. Esta sustancia se halla en el agua, en el suelo y también en el aire, mayormente debido a la descomposición de estiércol, animales y vegetales.
Cuando la exposición al amoníaco es a un nivel normal no genera consecuencias negativas en las personas. Sin embargo, la alta concentración de este compuesto químico puede llegar a ser peligroso. Entre sus efectos están: la irritación en la piel, los ojos y la garganta, tos, dificultad para respirar, quemaduras, mareos, vómitos, y posible muerte.
Amoníaco – Usos y riesgos en la industria
Más allá de los problemas domésticos que pueden ocasionar la intoxicación por amoníaco, tal es el caso del uso de productos de limpieza y la mala ventilación, en la industria su empleo y exposición es frecuente.
En la agricultura se utiliza en fertilizantes para el desarrollo de los cultivos. También en la refrigeración industrial es un recurso productivo, ya que absorbe una cantidad considerable de calor.
Puede emplearse, a su vez, para purificar suministros de agua y para la fabricación de diferentes materiales, como telas, plásticos, entre otros, y productos como fármacos.
Su versatilidad y uso prolongado hace imprescindible su regulación. Para evitar posibles fugas es necesario su control para asegurarse de la calidad de los equipos, los productos y, sobre todo, la salud de los trabajadores.
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